Con frecuencia las personas con síndrome de Tourette llevan
vidas sanas y activas, sin embargo a menudo enfrentan dificultades, como las
afecciones o situaciones que ocurren en forma simultánea y que incluyen el
trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), el trastorno
obsesivo-compulsivo (TOC), la discriminación, el agotamiento, el acoso
(bullying) y la incertidumbre. Estas situaciones involucran desafíos de
comportamiento y sociales que pueden afectar al autoestima. Los afectados
también tienen menor probabilidad de recibir atención médica coordinada de
manera eficaz o de tener un hogar médico centrado en el paciente. Un síntoma
que genera graves problemas es el trastorno de oposición desafiante (ODD), los afectados, generalmente muestran
este carácter antes de los 8 años o en los primeros años de la adolescencia y demuestran
comportamientos negativos, desafiantes y hostiles hacia los adultos o figuras
de autoridad. A menudo estos niños tienen estos comportamientos más con las
personas cercanas, como miembros de la familia o con personas que cuidan de
ellos. Algunas personas con el síndrome de tourette tienen conductas que les
hacen sentir fuera de control o tienen episodios de furia. Cuando esto ocurre
repetidamente y de forma desproporcionada a la situación en la que ocurre puede
diagnosticarse como un trastorno del estado de ánimo, como un trastorno
explosivo intermitente. Los síntomas pueden incluir agresión extrema verbal (gritar
o insultar) o física. Algunos ejemplos de agresión física son dar empujones
violentos, dar patadas, pegar, morder y tirar objetos, y, en ciertos casos se
autolesionan, por lo que tienden a tener problemas en los huesos, las
articulaciones y los músculos, así como lesiones o conmociones.
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